LONDRES.- La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, espera reiniciar las negociaciones del Brexit con el líder de la oposición laborista,
Jeremy Corbyn, para arrancar un compromiso a un plan común que pueda
llevar a Bruselas el próximo miércoles en la cumbre de líderes europeos.
El posible acuerdo pasaría por la fórmula de que Reino Unido siga
formando parte de la unión aduanera para que el Partido Laborista apoye
el acuerdo de Brexit de May en una futura cuarta votación en el
Parlamento británico.
La
permanencia en la unión aduanera ha sido durante mucho tiempo,
rechazada por Theresa May, como otras líneas rojas que ha traspasado la
premier en el divorcio con la Unión Europea. Y ha sido, desde que Jeremy
Corbyn cogió la rienda de los laboristas, la principal idea fuerza del
veterano líder para condicionar el Brexit y la futura relación de Reino
Unido con el bloque comunitario.
Esta fórmula se encuadraría dentro de lo llamado de un Brexit ordenado, pero ni mucho menos sería la opción más suave.
Seguir dentro de la unión aduanera supone evitar la aplicación de
aranceles con el bloque comunitario y asumir los aranceles con regiones
terceras como propios. En la práctica, implica mantener la libre
circulación de mercancías y productos, pero dista bastante de seguir
siendo miembro del mercado único europeo.
La permanencia en el mercado común supone la libre circulación de
capitales y personas. May ha defendido restringir el libre movimiento de
trabajadores europeos dentro de la frontera del Reino Unido. Algo que
también lleva implícita la propuesta de Corbyn. Aunque haya sintonía en
este aspecto, la unión aduanera supone traspasar una de las líneas rojas
que se había marcado May porque su aceptación supondría que Reino Unido
no podría negociar acuerdos comerciales con terceros países fuera del
bloque.
A dos días para que se celebre la cumbre de líderes europeos en
Bruselas, donde el bloque comunitario tiene que decidir si la partida
del Brexit termina el próximo 12 de abril o se reparten más cartas en
forma de prórrogas condicionadas, las negociaciones entre Conservadores y
Laboristas se encuentran en un punto crítico. El ministro de Hacienda,
Philip Hammond, y pro europeo, ha dicho durante el fin de semana que los
contactos con el Partido Laborista no debía tener líneas rojas.
Más
allá ha ido hoy, el ministro de Exteriores, Jeremy Hunt, sustituto de
Boris Johnson, a su entrada a la reunión preparativa de la cumbre del
miércoles junto al resto de ministros europeos. Hunt, uno de los
brexiteros del gabinete de May, ha asegurado que no habrá líneas rojas
en las negociaciones, lo que es decir mucho para un partidario de la
ruptura a las bravas y ha insinuado que el Gobierno estaría abierto a
un compromiso de la unión aduanera, informa The Guardian. "No tenemos
mayoría en el parlamento, por lo que tenemos que recurrir a otros
partidos para buscar un acuerdo que nos permita aprobar al Brexit como
lo exige la ley. Y no tiene sentido negociar con líneas rojas porque de
lo contrario no tiene sentido tenerlas", ha dicho.
Durante el fin de semana, May defendió su decisión de pactar con
Corbyn para redactar un nuevo plan para abandonar la UE y advirtió de
que sin el apoyo laborista el Reino Unido nunca podría abandonar el
bloque comunitario.
Pero las negociaciones no son tan fáciles como ponerse de acuerdo
para firmar el Brexit. El compromiso de unión aduanera se sitúa en las
negociaciones futuras entre el Reino Unido y la UE sobre la relación que
se mantendrá tras el divorcio y no afecta al actual escollo en el que
está atorado actualmente el Brexit. El gran problema que existe es que
Theresa May no tiene suficiente capital político para garantizar a
Corbyn que si firma su acuerdo de Brexit, el Gobierno británico
negociará en los dos próximos años de transición una unión aduanera. Y
mucho más cuando May ha prometido irse a los partidarios de un Brexit
duro si se aprueba el Brexit.
La
unión aduanera tampoco soluciona el problema con la frontera entre la
República de Irlanda e Irlanda del Norte, ya que no evita que renazca la
división entre las dos zonas y ponga en peligro los acuerdos de paz.
Con acuerdo o sin acuerdo con los laboristas. May se presentará el miércoles en Bruselas con la propuesta de una nueva prórroga para el Brexit hasta el 30 de junio.
Sin embargo, desde Bruselas se baraja la idea de una extensión más
larga de al menos 12 meses para condicionar la política interna de Reino
Unido y que aparezcan nuevas mayorías parlamentarias. Aunque todavía no
es oficial, el ofrecimiento a May va a pasar porque Reino Unido celebre
elecciones europeas. La participación en los comicios es el peor temor
para los euroescépticos quedando el país otra vez bajo el paraguas de la
Unión Europea.
May ha confirmado hoy que antes de la cumbre visitará Berlín y París para reunirse con Angela Merkel y Emmanuele Macron.
Los dos líderes europeos ejemplifican a la perfección la postura dentro
de la Unión Europea. La canciller alemana es partidaria de ser
compresiva con Reino Unido y ser flexible para asegurar un Brexit
ordenado. Mientras el presidente de Francia es partidario de no
eternizar el Brexit y afrontar una salida caótica.
Este lunes, el debate se reanudará en la Cámara de los Lores sobre un
proyecto de ley destinado a obligar al gobierno a buscar una extensión
para evitar una salida sin acuerdo. May se va a enfrentar a la furia de
los brexiteros, primero por negociar con Corbyn, y segundo por traspasar
otra de las líneas rojas, las elecciones europeas.
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