SAO PAULO.- El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, aprobó un decreto el
miércoles que hace responsable al Ministerio de Agricultura de la toma
de decisiones con respecto a tierras reclamadas por pueblos indígenas,
una victoria para la agroindustria que irritará probablemente a los
ecologistas.
Durante su campaña presidencial, Bolsonaro dijo que
estaba estudiando la posibilidad de referir los asuntos indígenas al
Ministerio de Agricultura, argumentando que las tierras deberían estar
abiertas a actividades comerciales actualmente prohibidas.
Sin
embargo, Bolsonaro decidió trasladar la agencia de asuntos indígenas
FUNAI a un nuevo Ministerio de Familia, Mujeres y Derechos Humanos, por
lo que la decisión clave sobre reclamos territoriales estará en manos de
un Ministerio de Agricultura con lazos profundos con el poderoso sector
agrario.
Los
críticos aseguran que sus planes de abrir reservas indígenas a la
actividad comercial destruirán culturas e idiomas nativos al integrar a
las tribus en la sociedad brasileña.
Los ambientalistas aseguran
que los pueblos nativos son los últimos custodios de la Amazonia, la
mayor selva mundial, que es vital para la estabilidad climática.
Bolsonaro,
un capitán retirado del Ejército que asumió el cargo presidencial el
martes, afirmó que había liberado al país del “socialismo y la
corrección política”.
Sus
seguidores esperan que reduzca la burocracia y reactive la economía,
haga frente a la violencia de los narcotraficantes y dirija un gobierno
libre de sobornos.
Otros temen que provoque un baño de sangre al
aumentar la disponibilidad inmediata de armas y al desmantelar las
victorias sociales de las minorías.
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