WASHINGTON.- El vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, acusó hoy a China de
proporcionar un "salvavidas" al presidente venezolano, Nicolás Maduro,
con los créditos que concede a Venezuela a cambio de crudo, y condenó
que Panamá, República Dominicana y El Salvador hayan roto sus lazos con
Taiwán.
"Pekín ha proporcionado un salvavidas al corrupto e
incompetente régimen de Maduro en Venezuela, prometiendo 5.000 millones
de dólares en créditos cuestionables que pueden ser pagados con crudo",
dijo hoy Pence en un discurso sobre China en el centro de estudios
Hudson Institute.
China es, desde la pasada década, uno de los más
importantes socios comerciales de Venezuela, país que le paga gran parte
de los créditos e importaciones con petróleo, fuente energética de la
que el país suramericano posee las mayores reservas del planeta.
El vicepresidente estadounidense alertó de que ese sistema está
"cargando al pueblo venezolano con más de 50.000 millones de dólares de
deuda", y advirtió de que China "usa la llamada 'diplomacia de la deuda'
para aumentar su influencia".
"Ofrece cientos de
miles de millones de dólares en créditos de infraestructura a gobiernos
desde Asia hasta África, pasando por Europa e incluso Latinoamérica.
Pero los términos de esos créditos son opacos, y los beneficios fluyen
abrumadoramente hacia Pekín", advirtió.
Pence también
lamentó que el Partido Comunista Chino haya "convencido a tres países
latinoamericanos" -en referencia a Panamá, República Dominicana y El
Salvador- de "romper lazos con Taipei y reconocer a Pekín".
"Estas medidas amenazan la estabilidad del estrecho de Taiwán, y Estados Unidos las condena", agregó.
"Aunque nuestro Gobierno seguirá respetando nuestra política de una
sola China (...), Estados Unidos siempre creerá que el abrazo de la
democracia en Taiwán muestra un camino mejor para todo el pueblo chino",
aseguró Pence.
La política de "una sola China", que
Pekín impone como base de sus lazos con cualquier país, significa que el
único Gobierno chino al que debe reconocer Washington es el que tiene
sede en Pekín, lo que le aleja de las aspiraciones independentistas de
Taiwán.
El presidente de EE.UU., Donald Trump, puso
en duda su respeto a esa política poco antes de llegar al poder, en
diciembre de 2016, cuando habló por teléfono con la mandataria de
Taiwán, Tsai Ing-wen, en el contacto de mayor nivel entre Washington y
Taipei en casi 40 años.
No obstante, Trump se
comprometió a respetar la política de "una sola China" en febrero de
2017, lo que le permitió encauzar sus relaciones con el Gobierno chino,
al que no obstante pueden molestar las palabras de Pence en apoyo del
modelo "democrático" en Taiwán.
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