viernes, 1 de julio de 2016

La integración financiera de la Unión Europea se recupera con los mecanismos de compra de deuda

BARCELONA.- El Banco Central Europeo (BCE) publicó recientemente el informe anual sobre el grado de integración financiera en la eurozona y el conjunto de Europa.1 Su principal conclusión es que, a pesar de que el grado de integración ha ido recuperándose desde los niveles mínimos de 2012, todavía queda mucho camino por recorrer. Europa cuenta con unos mercados financieros relativamente fragmentados, tal como recoge el .

Los in­di­ca­dores de in­te­gra­ción fi­nan­ciera que uti­liza el BCE mues­tran una clara re­cu­pe­ra­ción desde que in­tro­dujo el pro­grama OMT (por las si­glas en in­glés de ou­tright mo­ne­tary tran­sac­tions) de com­pras de deuda pú­blica. Estos in­di­ca­dores sin­té­ticos están ba­sados en can­ti­dades (en fun­ción del vo­lumen de te­nen­cias por parte de los re­si­dentes de un país de ac­tivos emi­tidos desde otro país eu­ro­peo) y en pre­cios (en fun­ción de la dis­per­sión de los pre­cios en los mer­cados de renta fija, renta va­ria­ble, in­ter­ban­cario y cre­di­ticio entre dis­tintos países eu­ro­peos). La me­jora de los úl­timos años se ha apo­yado en el des­pliegue de la unión ban­ca­ria, así como en las dis­tintas me­didas ex­pan­sivas de po­lí­tica mo­ne­taria que han in­yec­tado li­quidez y han con­tri­buido a me­jorar la con­fianza in­ver­sora.

En este sen­tido, la re­duc­ción de des­equi­li­brios ma­cro­eco­nó­micos en la pe­ri­feria tam­bién ha sido im­por­tante. Recientemente, el epi­sodio de ines­ta­bi­lidad fi­nan­ciera que afectó a los mer­cados glo­bales desde me­diados de 2015 ha pro­vo­cado una cierta pausa, pro­ba­ble­mente pa­sa­jera, en la me­jora del grado de in­te­gra­ción.

Los avances en el ám­bito de la unión ban­caria y los pasos para la crea­ción de la unión del mer­cado de ca­pi­ta­les, que las au­to­ri­dades eu­ro­peas quieren im­pul­sar, de­be­rían fa­ci­litar una mayor in­te­gra­ción fi­nan­ciera en los pró­ximos años. En cuanto a la unión ban­caria (o in­te­gra­ción ban­ca­ria), el BCE sub­raya en su in­forme la ne­ce­sidad de ar­mo­nizar el marco nor­ma­tivo apli­cable en los dis­tintos países miem­bros (en par­ti­cu­lar, re­ducir al mí­nimo las de­no­mi­nadas dis­cre­cio­na­li­dades na­cio­na­les, que se ha­bían pre­visto en di­rec­tivas eu­ro­peas cuando aún no se había de­ci­dido la unión ban­ca­ria) y tam­bién la im­por­tancia de es­ta­blecer cuanto antes un es­quema de ga­rantía de de­pó­sitos único a nivel eu­ro­peo, que cuente con un backstop de fi­nan­cia­ción pú­blica como el Mecanismo Europeo de Estabilidad (lo que des­li­garía aún más el riesgo ban­cario del so­be­ra­no).

Ambas me­didas pue­den, entre otras co­sas, im­pulsar la ac­ti­vidad cros­s-­border de los bancos eu­ro­peos. En el ám­bito de la unión del mer­cado de ca­pi­ta­les, el BCE des­taca la po­si­bi­lidad de avanzar rá­pi­da­mente en al­gunos as­pec­tos, como el del im­pulso al mer­cado de ti­tu­li­za­ciones (facilitando que los emi­sores ban­ca­rios puedan li­berar ca­pi­tal) y sentar las bases para un mer­cado único de cé­du­las.

En cual­quier caso, se debe tener en cuenta que no solo es im­por­tante el grado de in­te­gra­ción fi­nan­ciera, sino su ca­li­dad. La in­te­gra­ción será más deseable en la me­dida en que sea ro­busta o re­sista bien a shocks de tipo fi­nan­ciero o eco­nó­mico y en que per­mita com­partir riesgos de forma efi­ciente (risk sha­ring) entre los re­si­dentes de dis­tintos paí­ses. En este sen­tido, el tipo de in­te­gra­ción más fa­vo­rable se basa en flujos de par­ti­ci­pa­ciones de ca­pital e in­ver­sión ex­tran­jera di­recta, en te­nen­cias de deuda a largo plazo más que a corto plazo y en prés­tamos ban­ca­rios mi­no­ristas más que en flujos de prés­tamos in­ter­ban­ca­rios.

Diversos es­tu­dios han en­con­trado que en un país como EE. UU., con una alta in­te­gra­ción fi­nan­ciera, la di­ver­si­fi­ca­ción de las car­teras de in­ver­sión de los re­si­dentes de un es­tado con ac­tivos de otros es­tados con­tri­buye de forma muy sig­ni­fi­ca­tiva a re­ducir la co­rre­la­ción entre el PIB de un es­tado y el con­sumo de los re­si­dentes de ese mismo es­tado. Sin duda, queda mucho para que esto mismo su­ceda en Europa, donde el 50% de las ac­ciones de las em­presas están en manos de in­ver­sores na­cio­na­les.
  1. ECB, «Financial Integration in Europe», April 2016.

No hay comentarios:

Publicar un comentario