LISBOA.- El presidente de
Portugal, el conservador Aníbal Cavaco Silva, pidió hoy a los
portugueses que eviten los brotes de xenofobia registrados en Europa y
mantengan su espíritu universalista cuando el país cumple 30 años de su
adhesión a la UE.
"En una Europa marcada por tensiones y conflictos, donde en varias
zonas emergen brotes extremistas y xenófobos, Portugal debe afirmar su
identidad universalista, el espíritu con que, hace más de 500 años,
descubrió nuevos mundo al mundo", afirmó en su mensaje de Año Nuevo el
presidente luso.
Cuando se cumplen 30 años exactos de la entrada en vigor de la
adhesión a la UE (1 de enero de 1986), los portugueses han visto sus
vidas mejoradas, especialmente en el área de la Educación y la Sanidad.
Sin embargo, el presidente portugués alertó que aún restan importantes desafíos en Portugal.
"Hay que combatir las desigualdades y las situaciones de pobreza y
exclusión social, que afectan todavía a un gran número de ciudadanos",
dijo el jefe de Estado, al que le restan apenas dos meses en el cargo
después de haber agotado dos mandatos (2006-2011 y 2011-2016).
Citó a los ancianos (la mayoría vive con pensiones iguales o menores a
628 euros), los desempleados (en torno al 12 % de la población activa),
los trabajadores precarios (cientos de miles de empleados falsos
autónomos) y los jóvenes cualificados forzados a emigrar (se estima que
son más de 100.000 desde el 2010).
La conmemoración de los treinta años de la entrada de Portugal en la
Unión Europea sucede en un momento de cambio en el país, con un nuevo
Gobierno socialista y ante el desafío de superar los duros años del
rescate financiero (2011-2014).
Desde finales de noviembre pasado, un Ejecutivo socialista apoyado en
el Parlamento por la izquierda radical gobierna Portugal en sustitución
de uno liderado por los conservadores de Pedro Passos Coelho entre 2011
y 2015.
El nuevo Gobierno de Costa comenzará 2016 eliminando parcialmente
varias de las medidas de austeridad de los últimos años (subidas de
impuestos, cortes en los funcionarios y pensionistas) y aumentando el
salario mínimo profesional un 5 %, hasta los 530 euros al mes (unos 577
dólares al cambio actual).
Como balance a la participación europea, Portugal tiene como principales banderas las notables mejoras educativas y sanitarias.
Los avances en el sector educativo del país han sido innegables: pasó
de tener casi un 20 % de analfabetos en 1981 a un 5 % en 2011, y el
número de licenciados se disparó del 2,4 % de la población de 1981 hasta
casi el 15 % en 2011.
En la Sanidad, el país mejoró notablemente y se convirtió en uno de
los que registra menores tasas de mortalidad infantil en el mundo.
Estos logros, sin embargo, fueron empañados por la pérdida de
competitividad de Portugal en relación con la mayoría de los países de
la zona euro.
La moneda única restó al país capacidad para depreciar una propia
moneda y poder exportar más y le puso a competir con economías muchos
más preparadas, como Alemania, Suecia, Holanda o Austria, que presumen
de experimentadas cadenas de producción y de marcas empresariales
conocidas mundialmente.
Ésa pérdida de competitividad fue uno de los factores que
contribuyeron a que el país fuese golpeado por la crisis económica más
dura en décadas y tuviese que pedir un rescate financiero a la UE y el
Fondo Monetario Internacional (2011-2014).
Fue muy cruda en los primeros años del rescate, de 2011 a 2013,
cuando el desempleo se disparó, los cortes sociales abundaron y decenas
de miles de jóvenes tuvieron que emigrar del país.
Voces críticas han acusado además a los sucesivos gobiernos lusos
(izquierda moderada y centro-derecha) de haber malgastado parte de los
fondos de cohesión de la UE (más de 100.000 euros desde 1986) por no
haber invertido en el aparato productivo y sí en grandes
infraestructuras infrautilizadas.
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