PEKÍN.- Hay una generación de jóvenes chinos que a lo largo de su
vida sólo ha conocido una economía boyante, esa que estos días ven
tambalearse entre devaluaciones del yuan y crisis bursátiles, con una
prolongada desaceleración de fondo. Esa generación, la que nació a partir de la década de 1980, es la que
hoy descubre por primera vez qué es preocuparse por la coyuntura
económica nacional.
En un país donde los sondeos, cuando los hay, responden a los
intereses del Gobierno y no son del todo fiables, resulta complicado
calibrar el clima de opinión, aunque en las últimas semanas ha emergido
entre parte de la ciudadanía una inquietud sobre la marcha de la
economía que antes no existía.
Los jóvenes lamentan los altos costes que ha tenido que pagar China para llevar a cabo su expansión económica.
El Gobierno chino ha desplegado en los últimos meses una intensa
campaña propagandística para inculcar a la población que el país
atraviesa por una "nueva normalidad", una etapa de menor crecimiento
económico en la que se buscará un modelo de desarrollo más sostenible.
No todo es malestar en China y tanto entre los jóvenes como en la
población de cualquier edad, mucha gente mantiene intacta su confianza
en las posibilidades de mejora del gigante asiático.
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