WASHINGTON.- La nueva legislación
presentada esta semana en el Congreso de EEUU para acelerar los
tratados de libre comercio internacional ha abierto una nueva brecha
entre los demócratas, en la que los más progresistas se oponen de manera
frontal a los acuerdos mientras otros pactan con los republicanos.
Conocido como "fast track" (vía rápida) o Ley de Promoción del
Comercio, el proyecto legislativo impulsado por miembros de ambos
partidos pretende facilitar y acelerar el proceso de los acuerdos, de
manera que si el presidente, Barack Obama, cumple unos parámetros
preestablecidos por el Congreso, los tratados no puedan ser enmendados
por el Legislativo, sino sólo aprobados o rechazados.
El objetivo fundamental del texto, que en principio tendría una
validez de tres años, sería lograr de manera más expedita la entrada en
vigor del conocido Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), que
involucra a once países de América Latina y Asia Central en el que sería
el mayor acuerdo comercial de EEUU desde el Tratado de Libre Comercio
de América del Norte con México y Canadá (TLCAN).
Obama, que solía alinearse también en contra de este tipo de tratados
de libre comercio, ahora es un ferviente defensor de estas políticas y
ya ha tenido varios encontronazos con los miembros de su partido a la
hora de discutir el procedimiento.
Probablemente la más beligerante sea la senadora por Massachusetts
Elizabeth Warren, una de las voces más a la izquierda entre los
demócratas y que muchos reclaman como próxima candidata a la Presidencia
del país en 2016, aunque ella se niega a presentarse.
Warren, respaldada por los sindicatos y otros grupos afines,
argumenta que las políticas que plantea el presidente beneficiarán a los
grandes negocios estadounidenses, pero afectarán irremediablemente a
los trabajadores.
"Quiero a Elizabeth. Somos aliados en toda una serie de cuestiones.
Pero se equivoca en esto", dijo Obama esta semana tras las críticas de
la senadora, quien replicó enseguida desde su cuenta de Twitter.
"El Gobierno de Obama dice que estoy equivocada. Que no hay que
preocuparse por el TPP. ¿Entonces por qué no puede el pueblo
estadounidense leer el acuerdo?", cuestionó en relación a la opacidad
sobre los contenidos del tratado que hasta ahora están manteniendo las
partes.
Como Warren, una de las voces más firmes del Congreso, el líder de la
minoría demócrata del Senado, Harry Reid, ya ha dejado claro que Obama
no contará con su respaldo.
Preguntado esta semana si apoyaría la legislación para acelerar los tratados, Reid fue claro.
"No podrían encontrar a otra persona a quien hacerle esta pregunta
que esté más en contra sobre este tema que yo. Nunca he apoyado, en mis
33 años en el Congreso, un tratado de libre comercio. Y no voy a
comenzar a hacerlo ahora", dijo.
"No son buenos para el pueblo estadounidense. No son buenos para los
hombres y mujeres trabajadores, los pone en desventaja. Así que la
respuesta no es solo no, sino ¡absolutamente no! ¿Entendido?", aseveró
el senador por Nevada.
Pero Obama jura que tanto el TPP como el Acuerdo Transatlántico para
el Comercio y la Inversión (TTIP) que está negociando con la Unión
Europea (UE) no caerán en los errores del pasado, y garantiza que serán
efectivos y contendrán líneas de protección para los trabajadores.
"Obama está tratando de conseguir apoyo de otros demócratas, por eso
dice que el TPP y el TTIP son los tratados comerciales más progresistas
de la historia. Quiere además renegociar el TLCAN a través del TPP, ya
que México y Canadá forman parte de los países negociadores", aseguró Bryan Riley, analista sobre política comercial de la Fundación
Heritage.
El mandatario estadounidense planea incluir disposiciones relativas
al cuidado medioambiental o a los derechos humanos con el objetivo de
limar asperezas en su bancada pero, según agrega Riley, estas pueden ser
concebidas por los republicanos como nuevas barreras para el libre
intercambio.
El cambio de parecer de Obama sobre este tipo de negociaciones
-añade- radica en la necesidad de que EEUU "no se quede atrás" mientras
Europa y China impulsan el comercio internacional y encuentran nuevos
lugares para ganar terreno en el extranjero.
Riley coincide con Joshua Meltzer, experto en la misma materia del
centro de estudios Brookings, en que el TPA facilita las negociaciones
con los países involucrados en los acuerdos, y agrega que "la
globalización y el desarrollo de la economía en la región Asia Pacífico
ocurrirá independientemente de que el Congreso apruebe o no el TPA".
Según los cálculos de los analistas, Estados Unidos obtendría unas
ganancias de unos 77.000 millones de dólares anuales con el TPP, pero
Meltzer reconoce que pese a los beneficios macroeconómicos, la
legislación sigue siendo controvertida en el Congreso.
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