Eso de que ahora los de Europa se enteren de que Gibraltar es
una cueva de ladrones, de miles de sociedades offshore, de oficinas
importadoras de tabaco para su venta de contrabando. De organizaciones
que todo el mundo conoce que se encargan de suministrar de ese tabaco a
todo el sur de España. De un emporio defraudatorio donde tienen cuentas
muchos políticos del sur, porque es en esas cuentas el Gobernador
General de la plaza les ingresa sus comisiones por influir, o por
informar cuando interese a la Roca.
Porque
hay que ser cínicos para tardar treinta años, cuando menos, en dar la
voz de alarma. Ya en el ochenta y tantos el diario El País publicó un
jugoso reportaje firmado por el periodista Tomás Bárbulo que se había
hecho pasar por un empresario que quería lavar dinero en un banco de
Gibraltar. Y todo fueron facilidades y garantías de opacidad. Y no
importaba, en absoluto, la procedencia del capital. Y estamos hablando
de una entidad bancaria española con sucursales en Gibraltar.
Si,
y que la propia tabaquera americana RJ Reynolds tenía oficinas
distintas para la exportación de tabaco de forma legal y para el
contrabando... Y que Gibraltar trataba directamente con esa división
para su importación. Y con bebidas alcohólicas, tres cuartos de lo
mismo.
Pues todo eso
no lo hemos leído ahora, en el catorce del presente siglo. Sino a
finales del siglo pasado y nadie movió un músculo para frenar tanta
hipocresía. Aunque claro, en aquellos años gobernaban los colegas de
Felipe González y Solchaga estaba para otra cosa, no para perseguir
paraísos fiscales junto a La Línea, en la provincia de Cádiz. Como
tampoco estaban para investigar las comisiones del tres por ciento que
exigían los que gobernaban Cataluña, Pujol y sus chicos.
Y
como las cosas de palacio van despacio, pues me temo que tardaremos
otros treinta años hasta que las autoridades europeas se las pongan
tiesas de los súbditos de Su Majestad en La Roca, aunque lo dudo. Son
muchos años de vivir del contrabando, del blanqueo, del fraude, del
robo... Y son muchos los que viven a cuenta del contrabando de tabaco,
algunos demasiado importantes como para que se les descubra.
(*) Periodista y editor de www.muyconfidencial.com
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