martes, 3 de junio de 2014

Europa asume su propia parálisis en materia medioambiental durante la crisis

BRUSELAS.- Políticos, ecologistas, empresarios y artistas europeos apuntaron hoy a la parálisis que ha vivido el continente en materia medioambiental a raíz de la crisis y reivindicaron la necesidad de reinventar la ecología, para que avance de la mano de la economía, sin lastrarla ni quedarse atrás.

La cumbre sobre el "Nuevo Ecologismo", organizada por la Comisión Europea (CE) como pistoletazo de salida de su Semana Verde, se ha convertido en la primera gran reflexión colectiva europea sobre el estado del medioambientalismo, mientras la crisis amaina en la Unión Europea y se aproxima la cumbre de Cambio Climático (COP) de París 2015.
"No es que no se haya hecho nada, hemos oído muchas advertencias y el público en su mayoría está de acuerdo con que se tiene que actuar, pero parece que estamos en una especie de parálisis que nos impide progresar en cosas sobre las que cualquiera podría pensar que debemos estar de acuerdo", recalcó el comisario europeo de Medio Ambiente, Janez Potocnik.
Durante su intervención en el foro, el comisario instó tanto a los ciudadanos como a las autoridades a actuar, y lamentó las dificultades que él mismo ha sufrido en Bruselas para impulsar medidas verdes.
"No os revelo ningún secreto si os digo que durante la crisis ha sido muy difícil aprobar medidas medioambientales en la Comisión Europea, ha sido difícil incluir consideraciones medioambientales en políticas de otras áreas", señaló Potocnik.
Afirmó que los gobiernos "están en la posición" de aprobar medidas contra el cambio climático o a favor de una economía más verde, pero "por varias razones, no lo hacen".
También defendió que la ecología no puede desentenderse de la economía y que si ésta no tiene en cuenta los límites medioambientales "no hay manera de hablar de desarrollo económico, erradicación de la pobreza y de crear trabajos".
Potocnik afirmó que es necesario establecer normas verdes, dado que sin éstas los negocios tienden por naturaleza a acumular más beneficios sin tener en cuenta su impacto medioambiental, y debido a que los precios del mercado no están ajustados al verdadero coste de los recursos.
"He sonado como un jinete de apocalipsis, pero mi mensaje es que sí, se puede", afirmó el comisario, quien defendió la necesidad de que Europa opte por buscar el "valor añadido" y la innovación.
"En nuestros países, y sí, también en la Unión Europea, tenemos que lograr que se den cuenta de que no solo se trata de economía, estúpidos", dijo, dando la vuelta a la frase que utilizó Bill Clinton en la campaña presidencial de 1992.
El director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Achim Steiner, coincidió en que el ecologismo cuenta con un amplio apoyo entre los ciudadanos, pero apuntó a que sigue prevaleciendo la idea de que "el riesgo de actuar en esta dirección es que realmente no aportamos soluciones".
Por lo tanto, abogó por centrarse "no tanto en explicar el problema, sino en avanzar mucho más en articular oportunidades y soluciones".
"En el ecologismo del siglo XXI, tenemos que centrarnos en lo que la gente necesita, es decir, en trabajos, comida, educación, servicios, sanidad", defendió Steiner.
"Tenemos que cambiar radicalmente la manera en la que operamos", aseguró el director general de la ONG WWF, Marco Lambertini, quien consideró un error mantener estrategias "post-colonialistas" como la trasmisión de fondos desde los países del norte al sur, dado que "no funcionan".
Lambertini también apostó por salir de la "zona de confort" para "conectar el medioambiente con la gente y el desarrollo, (...) y traducirlo en acciones", así como pasar de "guiar a la gente, a darles el poder".
El director de cine francés Yann Arthus Bertrand se mostró muy crítico y confesó sentirse "triste" por que en el ecologismo "hay ganas, pero no acción", y apuntó con especial dureza a los políticos, al considerar que "nos han fallado".
"Hay que reconocer que no hay modelos alternativos, yo no los veo", señaló, a la vez que apuntó a la necesidad de llevar a cabo una "revolución espiritual" en la que se asuma que se puede vivir "un poco mejor, con un poco menos", y en este sentido apuntó al presidente de Uruguay, José Mújica, como un ejemplo.

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