LISBOA.- El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho,
afirmó que acepta debatir un aumento del salario mínimo nacional y
está dispuesto a "hacer concesiones" en el ámbito de las negociaciones
con la patronal y los sindicatos. El jefe del Ejecutivo conservador instó a los agentes sociales a
seguir su ejemplo y mostrar también disponibilidad para ceder en sus
posiciones.
"Necesitamos mostrar una gran abertura para ese diálogo, ya que eso
refuerza las condiciones de confianza de nuestro país y, por tanto, nos
beneficiamos todos", afirmó en un acto de la sección de trabajadores de
su partido, el Social Demócrata (PSD, centro derecha) en Albufeira, en
el sur del país.
La subida del salario mínimo, que en Portugal se sitúa en los 485
euros mensuales, ha sido una de las demandas más repetidas de sindicatos
desde que fue congelado en diciembre de 2010 como una de las medidas
para hacer frente a la crisis del país.
Passos Coelho abogó por mostrar una mayor apertura en las
negociaciones, al mismo tiempo que el país demuestra su fortaleza
financiera para avanzar con "estabilidad" a medio plazo.
En respuesta a su declaración, Arménio Carlos, secretario general de
la Confederación General de Trabajadores Portugueses (CGTP, de
orientación marxista), demandó que "se actualice" el salario mínimo y se
dé una respuesta "inmediata" sin postergarla a un futuro más lejano.
El sindicalista defendió que el Gobierno tiene "un acuerdo por
cumplir", ya que desde 2011 el salario mínimo debería situarse en los
500 euros.
Carlos reclamó un subida mayor hasta los 515 euros para reponer las
pérdidas de poder adquisitivo asumidas por los trabajadores que reciben
este suelo en los últimos tres años.
El pasado 17 de marzo, la patronal y los sindicatos avanzaron que el
Gobierno sopesaba debatir este año una posible mejora del salario
mínimo, a pesar de las reticencias que esta medida despierta para los
acreedores de Portugal, la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Cerca de 600.000 personas en Portugal reciben el salario mínimo de
485 euros -repartido en catorce pagas por año- y cuyo aumento progresivo
se acordó en 2006 entre la patronal, los sindicatos y el Gobierno,
entonces presidido por los socialistas.
Sin embargo, la UE y el FMI, que supervisan desde mayo de 2011 el
programa de ajustes al que Portugal se comprometió, consideran que un
aumento del salario mínimo puede perjudicar la productividad del país.
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