GINEBRA.- Los electores suizos han refrendado este domingo por
una corta mayoría del 50,3% una limitación de la inmigración que la
clase política vive como un mazazo, una desautorización y sobre todo un
salto al vacío en las relaciones de Suiza con Europa.
La Comisión Europea "lamentó" de inmediato la decisión de los suizos
de introducir cupos de inmigración y advirtió de que "examinará las
implicaciones de esta iniciativa para el conjunto de las relaciones
entre la UE y Suiza".
El referéndum, titulado "contra la inmigración masiva", fue
organizado por iniciativa del partido UDC (derecha populista),
exasperado por el fuerte aumento del número de inmigrantes en los
últimos años desde la incorporación de Suiza a la libre circulación en
Europa, aplicada desde 2002.
"El pueblo es soberano (...) el sistema sano no obliga a la población
a seguir a las autoridades políticas que tengan competencias
desmesuradas", estimó el presidente de turno de la confederación
helvética, Didier Burkhalter, y admitió que es un desaire de los suizos
al gobierno.
Burkhalter planea visitar las capitales europeas para explicar el
voto, empezando por Berlín, principal socio económico de Suiza, anunció.
Burkhalter también advirtió a los dirigentes europeos de que este
rechazo de ciertas consecuencias de la inmigración "no es una
especificidad suiza, lo encontramos en otros países que no tienen
ocasión de expresarlo" como en Suiza.
El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schauble, consideró que la
decisión "va a crear numerosas dificultades a Suiza en muchos ámbitos".
La UDC aplaudió el resultado. "Hemos salvaguardado nuestra
independencia", declaró en su nombre Christoph Blocher, y añadió que el
pueblo suizo dijo "no" a la libre circulación.
"El pueblo retoma su destino en mano en materia de inmigración. Y los
suizos volverán a beneficiar de la prioridad en el mercado laboral", se
alegra..
¿El final de El Dorado suizo?
La patronal suiza percibe un periodo de "incertidumbre (...) para la economía, y no es bueno".
Desde hace unos años, Suiza, poblada por ocho millones de habitantes,
ajena a la Unión Europea, está considerada un El Dorado por numerosos
europeos en busca de empleo.
Cerca de 80.000 europeos se instalan allí todos los años, el
equivalente de una ciudad media, algo insoportable para los instigadores
del referéndum.
En el momento de la entrada en vigor de la libre circulación, que se
ha aplicado de forma progresiva desde 2002, las autoridades estimaron
que solo se registrarían 8.000 nuevas llegadas anuales como mucho.
El texto votado el domingo prevé el restablecimiento de cupos y
contingentes para extranjeros, fronterizos y solicitantes de asilo en
función de las necesidades y posibilidades del país.
Es una vuelta al sistema que regía en Suiza antes de los acuerdos
bilaterales con la UE y que conlleva cortapisas administrativas,
fustigadas por los empleadores.
Suiza está vinculada a la UE por una serie de siete acuerdos
bilaterales (transportes, investigación, agricultura, mercados
públicos...) incluyendo el de la libre circulación.
De fuente europea, indicaban el domingo que si este último acuerdo es
denunciado, los otros seis firmados al mismo tiempo en 1999
(Bilaterales I) quedarán obsoletos.
Según la misma fuente, la adhesión de Suiza al espacio Schengen, que
suprime las fronteras, también quedaría en entredicho ya que la libre
circulación se considera requisito previo por Bruselas.
En 2013, los extranjeros representaban un 23,5% (1,88 millones de personas) de la población en Suiza.
Antes de los acuerdos de libre circulación con la UE, había un 20% de extranjeros en el país.
Actualmente, 1,25 millones de ellos proceden de la UE de 27 países o
de la Asociación Europea de Librecambio (AELE). Italianos y alemanes son
los más numerosos, 291.000 y 284.200 ciudadanos respectivamente,
seguidos por portugueses (237.000) y franceses (104.000).
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