NICOSIA.- Ni en el fondo, ni en la forma. A Alemania no le gustan los
planes de la Comisión Europea para que la supervisión de la banca
europea esté a cargo del BCE, ni el calendario previsto para que el
próximo 1 de enero el mecanismo empiece a funcionar. En la reunión del
Ecofin de este sábado se han mostrado las discrepancias entre los socios
comunitarios y el retraso perjudica a España. La supervisión es
requisito para que el rescate bancario español deje de computar como
deuda.
Primeras discusiones de los ministros de Finanzas de la UE y primeras divisiones, por otra parte, ya anunciadas. La propuesta de Bruselas
de crear un supervisor único para todos los bancos europeos cuenta ya
con el rechazo de Berlín y, más aún, si como pretende la Comisión, se
empieza el trabajo al comienzo del año que viene con las entidades que
han recibido ayudas públicas.
El ministro alemán, Wolfgang Schäuble, ha dicho en la reunión de
Nicosia (Chipre) que no cree «que pueda haber una directa de los bancos a
través del mecanismo europeo de estabilidad (MEDE) ya desde principios
de enero». Con el argumento de buscar mayor «eficacia», Schäuble frena
el proyecto y además limita el comienzo de la ambiciosa unión bancaria
europea.
Bruselas quiere que el BCE supervise a las 6.000 entidades europeas,
no solo a los bancos sistémicos, y razona que ha habido bancos pequeños
que han sucumbido a la crisis, pero en Berlín no está dispuestos a
permitir que sus cajas regionales dejen de estar controladas por el
supervisor nacional. El Reino Unido y algunos países del Este, fuera del
euro, tampoco quieren la supervisión europea para todos porque temen
que el BCE asuma poderes excesivos.
El enfrentamiento está servido porque Francia apoya los planes de la
Comisión y tiene seguidores interesados, como España, para quien el
comienzo de la supervisión única es vital porque de ello depende que el
rescate bancario de hasta 100.000 millones de euros aprobado por el
Eurogrupo se haga mediante recapitalización directa y no compute como
deuda. El comisario europeo de Mercado Interior, Michel Barnier, dice
que el calendario es difícil, pero posible.
El ministro español de Economía, Luis de Guindos, ha reconocido que
existen dificultades, aunque «hay voluntad política y un mandato
europeo». Entre esos inconvenientes por resolver está que en el BCE
están representados los17 países de la moneda única, pero no los 27
socios comunitarios.
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