La crisis que estamos viviendo se ha producido como consecuencia de la quiebra prácticamente generalizada de la banca internacional,
que en los últimos años había acumulado un riesgo inmenso creando y
difundiendo productos financieros muy rentables pero también cada vez
más peligrosos.
Para ocultar ese riesgo recurrió a estratagemas fraudulentas con la ayuda de las agencias de rating
(que daban la máxima calificación a los productos derivados de las
iniciales hipotecas basuras que iban difundiendo por todo el sistema
financiero mundial) y con la complicidad de las autoridades públicas que miraron a otro lado para dejarles hacer.
Cuando las hipotecas a partir de las cuales nacían todo esos productos dejaban de pagarse, se producían pérdidas en los bancos, que llegaron a ser tan grandes que fueron provocando su quiebra, a pesar de las artimañas contables aprobadas para disimularlas.
Entonces se cerró el grifo de la financiación y la economía
se vino abajo, multiplicándose el cierre de empresas y aumentando el
desempleo. Los gobiernos, en lugar de dejar caer a los bancos
irresponsables y quebrados, les proporcionaron billones de dólares de
liquidez para salvarlos, aduciendo que eran demasiado grandes, pero, a
pesar de ello, la magnitud del agujero que ellos mismos se habían provocado era tan grande que su salvamente fue incapaz de devolver el crédito y la normalidad a las economías.
Finalmente, los gobiernos tuvieron que inyectar grandes cantidades a la economía para evitar su colapso y como sus ingresos caían paralelamente al disminuir la actividad económica, se generó un problema gigantesco de deuda.
Lo que hay detrás de todo esto es fácil de deducir:
- Una gran desigualdad que ha concentrado cada vez más riqueza en manos de los grandes propietarios de capital.
- Una regulación del sistema financiero concebida para convertir la economía mundial en un casino especulativo en el que las entidades financieras aplican sus recursos en lugar de dedicarlos a crear riqueza productiva.
- El privilegio que tiene la banca de crear dinero (obteniendo así beneficio y poder) generando deuda, lo que hace que ésta tienda a multiplicarse indefinidamente.
- El gran poder económico, político y mediático acumulado por los financieros y grandes propietarios
que ha permitido que todo esto se haya podido hacer sin dificultades e
incluso con el asentimiento y sumisión de la mayoría de la población.
(*) Catedrático de Economía en la Universidad de Sevilla
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