LISBOA.- Portugal recordó este miércoles el 38º aniversario de la Revolución de los Claveles,
que marcó el inicio de la democracia el 25 de abril de 1974, con
polémicas ausencias en los actos oficiales y protestas en las calles
contra los ajustes del Gobierno.
El jefe del Estado luso, Aníbal Cavaco Silva, presidió la ceremonia
celebrada en el Parlamento e instó a los portugueses a reivindicar la
imagen del país en el extranjero.
"En este 25 de abril, mi intervención tiene un objetivo preciso y una
razón práctica: exhortar a todos nuestros conciudadanos a corregir la
falta de información o hasta la desinformación que existe en el
extranjero sobre el país que somos", señaló.
Además, defendió que "la paz y la cohesión social" son decisivas para
la recuperación de Portugal, que atraviesa la peor crisis económica
desde el comienzo de la democracia.
El mensaje de Cavaco, quien el año pasado en el mismo acto pidió
unidad junto al resto de presidentes de la historia democrática de
Portugal, se vio ensombrecido por los sillones vacíos en el Parlamento,
entre ellos los que habitualmente ocupan los militares que
protagonizaron el levantamiento hace 38 años.
Por primera vez faltó a los homenajes oficiales la "Asociación 25 de
Abril", creada por los soldados sublevados para defender la memoria de
lo sucedido en aquella fecha histórica y propagar "los valores
democráticos".
La organización justificó su ausencia en los severos recortes
realizados por el Ejecutivo luso, que, en su opinión, están "en contra
de los ideales" defendidos en la revolución que terminó con el régimen
dictatorial de Antonio Salazar, perpetuado en la figura de Marcelo
Caetano.
Este argumento llevó a los militares a conmemorar esta fecha
participando en una manifestación por las principales calles del centro
de Lisboa que terminó con un sobrio acto final en la plaza del Rossio.
Históricos líderes socialistas -como el que fuera primer ministro y
jefe de Estado Mário Soares y su último candidato a las elecciones
presidenciales, Manuel Alegre- se ausentaron igualmente, en señal de
rechazo al programa de ajustes del Gobierno.
Bajo un cielo plomizo y con lluvia intermitente, miles de personas
recorrieron la Avenida de la Libertad, la principal de la capital
portuguesa, con claveles rojos en la mano y gritando consignas como "El
pueblo unido jamás será vencido".
El presidente de la "Asociación 25 de Abril", el coronel Vasco
Lourenco, encabezó la marcha junto a un camión de combate, emblema de la
revolución, y criticó abiertamente al Gobierno, de signo conservador,
durante su discurso final.
"El poder no es del elegido, sino del que elige, y por eso el elegido
no puede venderse al poder económico y financiero (...) Los elegidos ya
no representan a la sociedad portuguesa", dijo sin soltar el clavel de
la mano.
A su lado estaban dirigentes políticos y líderes sindicales, entre
ellos el secretario general de la Confederación General de Trabajadores
Portugueses (CGTP), Arménio Carlos.
El socialista Alegre, por su parte, explicó en declaraciones a los
periodistas que prefirió salir a la calle antes que ir al Parlamento a
los actos oficiales porque el estado del bienestar conquistado aquel 25
de abril "está en entredicho" y para solidarizarse con las críticas de
los militares de la revolución.
El dirigente del Bloque de Izquierda, Francisco Louca, rechazó
también el discurso del presidente Cavaco Silva por olvidar "los
sacrificios" del pueblo portugués en esta crisis.
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