RABAT.- Un ambicioso plan estatal para desarrollar la energía solar, unido a iniciativas privadas como Desertec, han convertido al país norteafricano marroquí en un interesante destino para la inversión en fuentes renovables.
Sin petróleo ni gas, e importando el 97% de la energía que consume, tiene suficientes motivos para hacer de las energías limpias un buen negocio a medio plazo. El país prevé duplicar su consumo eléctrico en 2020.
Marruecos anunció el año pasado un plan para construir, antes de ese año, cinco centrales solares -dos de ellas en el territorio del Sáhara Occidental- con una potencia instalada combinada de 2.000 megavatios (MW). Se prevé que la primera de estas plantas, la de Uarzazat, se ponga en marcha en 2015 con una capacidad de 500 MW.
La inversión total superará los 6.700 millones y entre el 30% y el 40% será financiado por el Estado. Fuera de este plan, aunque con el mismo espíritu, en mayo se inauguró la central termo-solar de ciclo combinado de Ain Beni Mathar, que ha construido Abener, filial de la española Abengoa.
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