miércoles, 27 de abril de 2011

La ONU llama a reforzar la seguridad y salud laborales

NUEVA YORK.- Unos 337 millones de personas son víctimas de accidentes laborales cada año y más de dos millones 300 mil mueren por esa causa o enfermedades vinculadas a su empleo, advirtió hoy Naciones Unidas.

  Esas cifras fueron reveladas por el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Juan Somavia, en un mensaje difundido aquí en ocasión de conmemorarse mañana el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo.

Este año, la fecha hace énfasis en el papel de la seguridad ocupacional y el manejo de los sistemas de salud como herramientas que garantizan el continuo mejoramiento de la prevención en esa materia.

La pérdida de vidas humanas y las discapacidades provocadas por los accidentes de trabajo son superiores a las ocasionadas por pandemias globales como el VIH-SIDA y la tuberculosis, afirma el texto.

Asimismo, apunta que cuando se trata de acontecimientos dramáticos como el ocurrido en la planta nuclear japonesa de Kukushima o en la mina neozelandesa de Pike River, el tema ocupa lugares destacados en la información.

Pero muchos percances, enfermos y muertes en los puestos de trabajo pasan inadvertidos y las familias de los trabajadores quedan desprotegidas y desamparadas, señala.

Se trata de un asunto de respeto a la dignidad del ser humano a través de la dignidad del trabajo, de conformar políticas que reflejen el papel central del trabajo en la vida de las personas, comunidades y sociedades, subraya Somavia en su mensaje.

Y alerta que la construcción de una cultura fuerte de prevención con respecto a la seguridad y la salud en el trabajo depende de un sólido compromiso, colaboración y concertación entre gobiernos, empleadores y trabajadores.

Para quienes se ganan la vida en la economía informal, Somavia demanda una participación adecuada en entrenamientos y el mejoramiento del ambiente laboral.

Finalmente, apunta que las nuevas tecnologías y formas de organización del trabajo producen desafíos, como los riesgos asociados a la industria química y biotecnológica, que se suman a las presiones de la vida laboral moderna, exacerbada en tiempos de crisis.

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