lunes, 28 de marzo de 2011

Nueve medidas para cambiar España / Ángel Tomás Martín *

Aspirar al 'Estado del bienestar' es comprensible. La dificultad en alcanzarlo o su fácil deterioro es un hecho real. Un pueblo que se deja engañar por quien se lo promete es, cuando menos, inocente voluntario. Si se exige el bienestar sin aportar esfuerzo y sacrificio, no es solamente irresponsable, sino totalmente inoperante. Los ciudadanos tenemos la obligación de aportar trabajo bien hecho apoyado en amor propio y fuerza de voluntad. 
 
Sólo el trabajo colectivo y el conocimiento pueden hacer feliz a un pueblo, y ese trabajo será posible si se unen los emprendedores, los trabajadores, el ingenio y, como dijera Jac Trout, la diferenciación. 
 
Hemos de abandonar el relajamiento y la tutela desafortunada para abrazar la cultura y el arte, éste último en atonía por habernos instalado en la comodidad. En esta situación no se crea, y casi todo es mediocre o decadente, por eso nos encontramos en el 'Estado del malestar'. Despertemos e impulsemos la "Sociedad del esfuerzo". 
 
Sin embargo tampoco será posible sin un cambio estructural que sólo el poder político- económico puede llevar a cabo. 
 
Nuestra pérdida de competitividad nos ha hecho descender nueve puestos en tan sólo un año, situándonos en el 42 según las conclusiones del IEE, lo que exige medidas urgentes que permitan recuperarnos. 
 
Todos piden cambios estructurales pero sin aportar ideas eficaces que hagan posible el esfuerzo colectivo. Por ello, y sin ánimo de ser exhaustivos, expongamos algunos trascendentales que darían solución rápida a la lamentable coyuntura económica que España padece. 
 
Necesitamos:
1. Un presupuesto general del Estado y unas medidas de acompañamiento veraces, desarrollables y vinculantes. 
 
2. Reformar el modelo autonómico Nacional, su armonización y su compatibilidad con el presupuesto Nacional. 
 
3. Sanear, regular y controlar (Banco de España y Tribunal de Cuentas) con valentía y rapidez el sistema financiero. Sin él, no es posible mantener la economía real, y aun menos su crecimiento y la creación de empleo. 
 
4. Urgente reforma de la fiscalidad y su armonización interna y comunitaria, sin olvidar ventajas temporales para los nuevos emprendedores (la falta de recaudación la compensará la disminución del costo del paro rescatado). 
 
5. Mejorar la reglamentación del sistema laboral asimilándolo al que rige en la CE, que incluye determinadas liberaciones. 
 
6. Acometer definitivamente el Plan Energético Nacional. Somos muy dependientes y ha de conseguirse bajar el costo al consumidor, asegurar el amenazado suministro exterior y disminuir la dependencia del petróleo.
En un reciente estudio de alta economía se llegó a la conclusión de una muy probable rotura de la economía, si el barril de crudo superase los 180$. 
 
7. Un plan hidráulico Nacional que cubra las necesidades civiles y agrícolas de forma solidaria. Agua hay suficiente, sólo se necesita una inteligente distribución. No construyamos más desalinizadoras: son caras de construcción y de mantenimiento, y nocivas por su contenido no resuelto en boro y sodio. Su construcción en el exterior está en proceso de eliminación. Reservemos las que tenemos para posibles sequías. 
 
8. La mejora de los métodos de la mecanización, de la investigación y de la ingeniería aplicada, el control de la inflación, el apoyo a la exportación… son otros tantos aspectos que deben ser abordados y estimulados. 
 
9. Siendo España un país carente de primeras materias y pobre en industria pesada y bienes de equipo, deben ser impulsados éstos últimos al nivel de lo posible, pero sobre todo fomentar nuestras propias fuentes de riqueza, como son la agricultura y sus derivados (castigada por una intermediación abusiva rayando en la especulación), renovando métodos y seleccionando cultivos. Y fomentemos el sector servicios llevándolos a la calificación de excelencia. 
 
Para acometer estos cambios estructurales expuestos es obligado que quien gobierne olvide su filosofía política y se dedique en plenitud a administrar bien para todos, sin olvidar la independencia del sistema judicial, del Banco de España y del Tribunal de cuentas del Estado.
 
(*) Doctor en Economía y empresario

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