miércoles, 16 de febrero de 2011

Instan a impulsar la Ronda de Doha en la OMC

GINEBRA.- El ex director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) Peter Sutherland, instó  aquí a impulsar las negociaciones de la Ronda de Doha, a fin de que se alcance un nuevo pacto sobre el intercambio global.

Según el ex líder de ese organismo internacional, un fracaso en el logro de un acuerdo, privaría a la economía del orbe de un estímulo de 360.000 millones de dólares.

La economía mundial se ha liberalizado en las tres últimas décadas, periodo en el que los países han tratado de abrir sus mercados a través de acuerdos bilaterales o multilaterales, éstos últimos con el GATT y posteriormente con la Organización Mundial del Comercio (OMC), tratado a través de la cual los países han concentrado sus esfuerzos para tratar de bajar sus barreras y permitir verdaderamente la entrada de otros en sus propios mercados.

En desarrollo de esto, y con el objetivo de mejorar y aclarar los acuerdos existentes, sobretodo de imprimirle un sentido de desarrollo al comercio, se estableció la Ronda de Doha, en Qatar, en la IV Conferencia Ministerial en noviembre de 2001, en nueve áreas de negociación.

Recientes voces han señalado al 2011 como la última ventana para concluir las negociaciones de la Ronda de Doha: en las reuniones del G-20 en Seúl, del APEC en Yokohama y más recientemente en la reunión de Davos, se han emitido señales políticas claras de que éste debe ser el año de cierre de las negociaciones de Doha.

En respuesta a estos lineamientos se han reactivado las negociaciones y se está trabajando a un ritmo más acelerado que el de los últimos años. Y en esta etapa de recta final se trabaja en todas las configuraciones posibles, ya sea a través de reuniones bilaterales, plurilaterales y multilaterales, con un plan de trabajo que busca tener textos revisados a finales de abril, un paquete de modalidades a finales de julio y finalizar la ronda en diciembre de 2011.

Sin embargo, ¿qué tan grande es esa ventana de oportunidad? ¿Qué tan cerca está el cierre? ¿Qué pasa si no se cierra este año la negociación? ¿Quiénes deciden? ¿Es verdaderamente la ronda del desarrollo? Son varios de los cuestionamientos que hoy están en el aire y que no se pueden responder con certeza.

Los grandes jugadores aún no ceden y mantienen posiciones muy difíciles de converger, en acceso a mercados en general y en agricultura en particular, considerado este último como el eje de la negociación y el que mide el nivel de ambición de la ronda. 

La responsabilidad que le cabe a estos cinco países es enorme, y es el momento para actuar, pues la presión política interna ha bajado, la crisis pareciera ser cosa del pasado y pasaron las elecciones en Brasil y Estados Unidos. Es la voluntad política el ingrediente que falta para concluir la ronda.

Claramente, lograr un acuerdo entre 153 países no es nada fácil, Pascal Lamy, director General de la OMC, lo asimila a un cubo de Rubik, hay que encontrar la combinación perfecta que va a llevar a un consenso de todas las partes y al igual que el cubo, bajo la premisa del todo único: nada está acordado hasta que todo esté acordado.

Si bien el 80% de la Ronda ya está negociado, el 20% restante es el más sensible e importante, y la coyuntura política para estos gobiernos es aun más compleja y exigente que la que se tenía en el 2008 cuando estuvo a punto de cerrarse la ronda.

Algunos llegan a afirmar ventajas enormes en caso de ser aprobada dicha ronda, como el que el PIB de los países en desarrollo podrían duplicarse, según un estudio suministrado por la misma OMC, algo que se quisiera pero que en realidad se ve inalcanzable. 

Otros estudios señalan que el cierre de un paquete ambicioso generaría incrementos anuales de $282,7 millardos en el PIB global, $384 millardos en exportaciones mundiales y $409 millardos en importaciones.

Pero lo cierto es que si esta resulta ser otra fecha más y la ronda no cierra, estaría en juego la credibilidad de la OMC e incluso del mismo Sistema multilateral de comercio, y no es el momento adecuado para debilitar un sistema que detuvo el proteccionismo en medio de las turbulencias de la crisis económica mundial. 

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