sábado, 20 de noviembre de 2010

Otro día al borde del abismo / Luis de Velasco *

¿Exagera el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy cuando afirma, como lo hizo este martes tras la reunión del Eurogrupo que el euro está en “una crisis de supervivencia”? Las opiniones difieren pero lo que es cierto que ese día ha sido otro día al borde del abismo, como titula su crónica una “web” de obligada lectura (http://bit.ly/cZmG77).

El antaño admirado Tigre Celta, ejemplo de milagro económico a seguir, se va por el aliviadero. Mejor dicho, se ha ido ya y tras él viene, con seguridad, Portugal. Después… después ya son palabras mayores, con cifras de rescate, por ejemplo en el caso de España, que cuadruplican las de Grecia. Lo que está claro es que estamos otra vez frente a una nueva fase de una compleja y mutante crisis. El caso irlandés es solo el inicio de esa nueva fase.

¿Peligra el euro y, más ampliamente, peligra la Unión Europea? La respuesta es, sin duda, afirmativa. La razón de fondo es sencilla. La Unión es una zona monetaria no óptima (no hay Tesoro central, hay obstáculos para la libre circulación de factores, el presupuesto comunitario es ínfimo, las diferencias internas de competitividad son enormes, no hay un gobierno central) que ha ido defendiéndose mientras la economía mundial iba satisfactoriamente. 

Ante las enormes dificultades actuales, este imperfecto mecanismo no tiene capacidad de respuesta porque esa respuesta pasa, en último término y como condición necesaria pero no suficiente, por un decidido paso adelante de ir hacia una auténtica unión económica y monetaria lo que supone cesiones hoy impensables de soberanía. Y al final del trayecto, una unión política. Nada menos que eso.

Mientras eso tan largo y complejo se intenta, hay muchas otras cosas que hacer. Principalmente, sanear decididamente los sistemas financieros. Fue allí donde (con la complicidad de los reguladores) se inició la crisis. Todavía la mayor parte de sus balances siguen llenos de diversas formas de basura. 

En Estados Unidos, la recientemente aprobada ley Dodd-Frank no resuelve ni de lejos los problemas, entre otras cosas porque para su efectiva entrada en vigor necesita más de doscientos desarrollos reglamentarios y nadie sabe por dónde irán. En la UE, tres cuartos de lo mismo tras una dudosas pruebas de esfuerzo que han servido para muy poco. 

En nuestro país, como ha dicho el gobernador del Banco de España, la imprescindible reforma, sobre todo de las Cajas, no avanza satisfactoriamente (además, cada entrada del regulador en alguna entidad, el último caso en Cajasol, revela un deterioro de sus cuentas mucho mayor que el hasta entonces conocido.) Quizá tenga algo que ver con esa lentitud el hecho de que son las Comunidades Autónomas quienes mandan en estas entidades y no quieren renunciar a esa situación. Pero no seamos mal pensados.

En el fondo, en todas partes, el problema es el mismo: Para ir resolviendo esta situación e, igualmente importante, tratar de evitar en todo o en parte otro desastre semejante, hay que enfrentar intereses muy poderosos que son los que están en el origen del drama y son los que se benefician del mismo mientras un coste brutal recae sobre la mayoría de ciudadanos. Enfrentar a los Masters of the Universe no es tarea fácil.

(*) Luis de Velasco es ex secretario de Estado de Comercio

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