Durante la conferencia, el Nóbel de la Paz, desgranó los retos a los que se enfrenta su país a la hora de mejorar sus fuentes de energía. A lo largo de su discurso comparó la llegada de la llamada "red de energía inteligente" con la innovación en los negocios que supuso la masificación de Internet durante la década de los noventa.
"La analogía con Internet es bastante aproximada. No exactamente igual pero parecida en muchos aspectos. Avanzamos inexorablemente a un modelo de distribución y almacenamiento de la energía mucho más extenso y ramificado", dijo Gore. "Los nuevas tecnologías de almacenamiento de la energía están evolucionando rápidamente y van a suponer un gran cambio en cuanto se conecten a las redes inteligentes", afirmó.
Estos nuevos sistemas de los que habla el protagonista de 'Una verdad incómoda' están diseñados para permitir un almacenamiento más fácil de la energía sobrante durante los picos de exceso de producción.
El ex-senador de Tennessee prevé que "los modelos de negocio que pueden surgir de esta nueva infraestructura todavía no se pueden ni imaginar". Y añadió que "al igual que Internet hizo posible el lanzamiento de una generación de dispositivos preparados para la red, que antes del auge de Internet ni existían, en el futuro nacerán nuevos dispositivos e instrumentos que ayuden a los consumidores a controlar y monitorizar mejor el uso de la energía".
Gore, sin embargo, cree que para que todo este cambio se produzca aun hay que solucionar algunos aspectos básicos y quitar algunas piedras del camino, en este caso, el ex-congresista destaca dos: las leyes anticuadas y las infraestructuras estadounidenses que son sometidas a una explotación excesiva. Gore pone el ejemplo de muchos transformadores que han superado su fecha de uso prevista en 42 años.
"Actualizar o renovar esta infraestructura y prepararla para las redes inteligentes requiere dinero pero también un plan que respalde toda la inversión, explicó Gore. Admitió que el plan no es sencillo ya que "en muchos estados todavía imperan leyes y regulaciones muy anticuadas".
Destacó también el cambio de mentalidad necesario para tal propósito: "Aún estamos atascados en una forma de pensar sobre las redes eléctricas que se basa en la presunción de que las grandes plantas de carbón y el resto de plantas que funcionan de una manera centralizada están conectadas en tiempo real con los consumidores y el mundo pasa por el aro".
El activista hizo hincapié en la relativa comodidad en la que vive la industria energética, que acapara un 16 o 17 por ciento del total de la economía estadounidense y que intentan convencer a los que están al mando que la red inteligente es "una tarea imposible".
"La buena noticia es que no todo el mundo es igual", matizó. "Hay muchos líderes del sector que están aquí presentes y que se han convertido, gracias a su innovación, en una parte del movimiento por el cambio", sentenció el Nóbel.
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