domingo, 17 de mayo de 2009

¿Signos de recuperación? / Rafael Pampillón *

La economía española se contrajo en el primer trimestre del año un 3%. Otros datos que últimamente han aparecido de la economía española (producción industrial y de los servicios, turismo, comercio minorista y desempleo) apuntan a una caída todavía mayor. Se produce así un retroceso importante de la actividad económica. Ante esta situación de desastre económico, el presidente del Gobierno y algunos políticos han sugerido que lo peor ha pasado y que estamos tocando fondo -los ya famosos «brotes verdes-, de modo que en los próximos trimestres podría comenzar a suavizarse la contracción del PIB.

Desgraciadamente, en España no parece que haya síntomas que estén anticipando ese deseado cambio de tendencia en el ciclo de la actividad económica por lo que muchos economistas sostienen que la crisis económica española va a ser más larga y profunda de lo que piensa el Gobierno. Persisten además las revisiones a la baja de las previsiones de crecimiento para España de la Comisión Europea, FMI, OCDE y del consenso de los economistas. Ello se debe a que España se enfrenta a una desgraciada combinación de modelo económico agotado, y que no parece que por ahora tenga recambio, con una fuerte caída de la actividad económica cuya manifestación más grave es el fuerte aumento del desempleo.

Esto hace prever una crisis cuyo final podría encontrarse, como muy pronto, en 2011 ya que no se debe olvidar que en los próximos años tendremos que digerir más de un millón de casas nuevas que están sin vender. Una pesada digestión tras los excesos de la construcción inmobiliaria de los últimos años. A partir de esa fecha y en ausencia de reformas de calado en el mercado laboral y de cambio en el modelo productivo, el crecimiento potencial de nuestro país podría estancarse durante años en la zona del 2%.

Además, el optimismo de los brotes verdes podría llevar al Gobierno a caer en la complacencia y no afrontar el necesario cambio de modelo productivo. Este cambio consistiría en pasar de un aparato productivo, como el actual, centrado en sectores no afectados por la competencia internacional, como son algunos servicios y la construcción, hacia otro más dirigido a producir bienes y servicios más competitivos. Se trataría, en definitiva, de incrementar la competitividad de nuestra economía, es decir, de que tengan más peso los sectores o empresas que puedan competir en los mercados internacionales.

La posibilidad de cambiar de modelo económico dependerá de nuestra capacidad de generar tecnología y mejorar el nivel educativo. Si España incrementara su capital humano y tecnológico, mejorará su estructura productiva y, como consecuencia, aumentará las exportaciones e inversiones directas en el mundo y su economía será más competitiva. La competitividad de España, en el mundo y en la UE, va a depender de la capacidad de crear nuevas tecnologías que permitan aumentos en la productividad.

En definitiva, no parece que la economía se vaya a enderezar en los próximos meses, ni en EEUU, ni en Europa, y mucho menos en España. Todo parece indicar que EEUU podría ver la luz al final del túnel a finales de este año. Europa, mucho menos competitiva que EEUU, ya que tiene niveles más bajos de innovación, mercados menos flexibles y costes laborales, fiscales, financieros y sociales más altos, no saldrá del hoyo hasta mediados de 2010. España tardará más debido a que tenemos un modelo económico menos competitivo y de baja productividad. Ojalá me equivoque. Tengo mucho respeto y admiración para los optimistas que son capaces de ver brotes verdes, pero tienen que entender que haya otros que pensamos que el futuro económico español es bastante más incierto.

(*) Rafael Pampillón es profesor del Instituto de Empresa.

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