"El Banco Central ha enviado una petición al BCE, la Fed y los bancos nórdicos el viernes", declaró el primer ministro islandés, Geir Haarde, en rueda de prensa en Helsinki.
El sector financiero islandés, que llegó a representar diez veces el Producto Interior Bruto (PIB), se hundió por la crisis financiera internacional, obligando al gobierno a principios de mes a nacionalizar los tres principales bancos del país.
La semana pasada, el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció la concesión de un préstamo de 1.600 millones de euros a Reikiavik, pero Haarde dijo que el país necesitaría otros 4.000 millones de dólares suplementarios para "los cuatro o cinco próximos años".
Para ello, Islandia ya ha contactado con los bancos centrales de Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia, el BCE y la Fed. Además, sigue negociando un préstamo con Rusia.
Precisamente, una de las condiciones del FMI para conceder su crédito era que Islandia elevara su tasa principal de interés al 18%, medida efectuada este martes, que la coloca a la cabeza de Europa.
Este anuncio se produce menos de dos semanas después de la decisión del Banco central de reducir su tasa en 3,5 puntos, hasta un 12%.
El banco decidió elevar la tasa de interés después de que, según estadísticas oficiales, la inflación alcanzara un nivel récord en octubre, al 15,9% interanual, tras el 14% de septiembre.
La otra condición del FMI era estabilizar la divisa islandesa, la corona, que se depreció alrededor de un 40% desde el comienzo del año, lo que encarecía mucho las importaciones.
El instituto monetario dijo que el hundimiento de los tres principales bancos del país (Kaupthing, Landsbanki y Glitnir), así como "las duras condiciones exteriores" que siguieron su descalabro, habían "paralizado" el mercado de divisas en Islandia.
La combinación de una alta inflación y una moneda devaluada eran un peligro para el acceso de los 320.000 islandeses a los bienes de consumo, en su mayoría importados.
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