lunes, 6 de agosto de 2007

El toro de Osborne / José Luis Gómez


Manuel Prieto Benítez fue un pintor de El Puerto de Santa María (Cádiz), que, a pesar de haber realizado una interesante obra, sólo se hizo famoso por el llamado toro de Osborne. Creada en 1956 con fines publicitarios, la silueta pintada en negro tuvo tal éxito que terminó convirtiéndose en un icono cultural. Incluso hay una sentencia judicial que define este peculiar toro bravo como patrimonio cultural y artístico.

Unos raros criterios de Tráfico amenazaron su existencia por temor a que distrajesen a los conductores, como si el toro fuese una mera valla publicitaria con contenidos sensuales, pero, por fortuna, también surgieron iniciativas públicas y privadas que ayudaron a salvar un toro del que llegaron a existir unas quinientas reproducciones a lo largo y ancho de la península, de las que ahora quedan unas noventa.

Manuel Prieto era también un comunista pero su obra atrajo tanto la atención de la ultraderecha españolista, que ésta intentó apoderarse del dichoso toro, incorporándolo a su simbología. Fue así como una obra artística dio pie a una absurda confrontación política, de la que estos días se vive un episodio más en Cataluña. Resulta que una desconocida Germandat Catalana, La Bandera Negra, se ha cargado literalmente el único toro de Osborne que se asomaba a las carreteras de Cataluña, cerca de la A-2, a su paso por El Bruc, en la comarca barcelonesa de l'Anoia.

La ignorancia no sólo es atrevida, sino que a veces se convierte en intolerante, por muy tragicómicas que resulten algunas actuaciones de estos miembros de la Germandat, hasta convertirse en protagonistas de una especie de serpiente de verano.

Menos mal que a un paisano del pintor, Antonio Banderas, y a un catalán civilizado, como Ferran Adrià, se les ha ocurrido pasear el bueno del toro por Estados Unidos con fines humanitarios, eclipsando de alguna manera las vandálicas actuaciones de quienes sólo ven en ese buen toro un elemento identitario españolista. Otros catalanes más refinados, como los de Foment de les Arts i el Disseny, eligieron precisamente el toro de Osborne como el mejor icono del siglo XX.

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