sábado, 6 de julio de 2024

Rescate del mal / Guillermo Herrera *


Muchos vinieron a ayudar, pero se cansaron de ser mártires y se volvieron malos. El problema del mal es que siempre pagan justos por pecadores, y por lo tanto es injusto intrínsecamente. Esa injusticia está provocada por una ceguera que produce la oscuridad, pero ya es hora de iluminar conciencias y de ser sincero con uno mismo.

Se pervirtió oleada tras oleada de voluntarios que venían a ayudar, tras ser contaminados por la Matrix mundana. Ha llegado el momento de rescatar a tantas almas bellas que se han oscurecido y de reparar los daños causados por la ceguera. Nadie puede alcanzar la Verdad suprema sin ser sincero consigo mismo y sin pedir perdón.

Mucha gente presume de ser empática, solidaria y amorosa, cuando en el fondo de su corazón se odia a sí misma y a los demás, porque siente asco. El niño mimado descubrió que este mundo no le gustaba, pero ocultó el sentimiento para no vomitar. Ésta podría ser la causa de muchas psicopatías y traiciones. 

Cuando alguien desprecia a la gente, uno se puede volver muy malo sin ser plenamente consciente de ello. El nuevo tiempo exige sinceridad con nosotros mismos. Si logras trascender esta repulsión, te convertirás en un santo.

La psicopatía es una anomalía psíquica por obra de la cual, a pesar de la integridad de las funciones perceptivas y mentales, se halla alterada la conducta social del individuo que la padece. 

Se caracteriza por la falta de afecto, remordimientos o empatía, sumado al uso malicioso de la seducción, la manipulación y la utilización de otras personas para propósitos personales, además de signos secundarios como el narcisismo o la alta capacidad intelectual. Esta actitud produce mucho sufrimiento en uno mismo y en los demás.

El desprecio inconsciente se caracteriza por la manifestación de actitudes de menosprecio o desdén hacia otros sin ser plenamente consciente de ello. Las personas que muestran desprecio inconsciente no son plenamente conscientes de que están actuando de manera despectiva. 

No hay una intención deliberada de herir o menospreciar a otros, pero el comportamiento, el lenguaje corporal o la forma de comunicarse transmiten una actitud de superioridad o desdén.

Cruzar los brazos, fruncir el ceño o evitar el contacto visual durante una conversación, aunque no se haga deliberadamente, puede ser percibido como una señal de desdén o falta de respeto. 

También es desdén hacer comentarios que minimizan o descartan las opiniones o experiencias de otros, así cómo asumir cosas sobre una persona basándose en estereotipos sociales, como pensar que una mujer es menos competente que un hombre o que alguien de cierta raza es menos fiable.

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