VARSOVIA.- La libre circulación en Europa sufre un nuevo revés con el anuncio de Polonia de implementar controles fronterizos con Alemania y Lituania a partir del próximo lunes, 7 de julio. Esta decisión, comunicada por el primer ministro polaco Donald Tusk, representa un golpe más al ya debilitado espacio Schengen, pilar fundamental de la integración europea que parece desmoronarse ante la crisis migratoria y que cada vez más voces reclaman reformar en profundidad.
El canciller alemán Friedrich Merz ha mostrado este martes comprensión hacia la postura polaca durante una rueda de prensa celebrada junto al primer ministro luxemburgués, Luc Frieden.
Merz ha subrayado que «conocemos las preocupaciones del Gobierno polaco» respecto a la migración irregular, justificando así la decisión de Varsovia de reforzar la vigilancia en sus fronteras.
La medida anunciada por Polonia se produce en un contexto de creciente tensión migratoria en Europa central, donde varios países han optado por soluciones unilaterales ante lo que consideran una protección insuficiente de las fronteras exteriores de la Unión Europea.
La propia administración de Merz ha adoptado algunas decisiones en esta senda, mientras el impacto de estas decisiones alcanza también a España, que observa con preocupación el progresivo desmantelamiento de uno de los logros más valorados del proyecto europeo.
El canciller alemán ha defendido la posición de su gobierno, que ya había reforzado previamente los controles en sus propias fronteras, argumentando que «la protección de las fronteras exteriores de Europa no está suficientemente garantizada».
Esta justificación evidencia el fracaso de la política migratoria común y señala las profundas divergencias entre los estados miembro sobre cómo abordar este desafío.
Durante su comparecencia, Merz ha insistido en que Alemania mantiene un diálogo constante con las autoridades polacas para minimizar el impacto de estas medidas.
«Ayer por la tarde hubo una larga conversación telefónica entre los dos ministros del Interior, y estamos en estrecho contacto con el Gobierno polaco», ha explicado, subrayando que ambos países comparten un problema común que desean resolver conjuntamente.
Las estadísticas más recientes revelan que más de 240.000 personas intentaron cruzar irregularmente las fronteras de la UE en 2024, un incremento del 15 % respecto al año anterior. Sólo en España, las llegadas irregulares aumentaron un 18,7 % durante el mismo período, evidenciando que la presión migratoria continúa siendo un desafío a nivel continental.
El anuncio de Tusk llega tras numerosas quejas de ciudadanos polacos residentes en zonas limítrofes, quienes han denunciado supuestas «devoluciones en caliente» de migrantes hacia territorio polaco por parte de las fuerzas de seguridad alemanas. Estas acusaciones han generado un clima de tensión diplomática entre ambos países, a pesar de los esfuerzos por mantener la cooperación.
Desde Berlín, el canciller Merz ha negado categóricamente estas prácticas, afirmando que «no las hay y no las habrá». Según sus declaraciones, lo que realmente ocurre es que las autoridades alemanas rechazan en la propia frontera a aquellos migrantes que intentan ingresar desde Polonia, sin devolver a quienes ya han alcanzado territorio alemán.
La creciente fragmentación del espacio Schengen tiene graves implicaciones económicas. Estudios recientes estiman que el coste de los controles fronterizos internos en la UE podría superar los 25.000 millones de euros anuales, afectando especialmente al comercio transfronterizo y al turismo, sectores clave para economías desindustrializadas como la española.
A pesar de las restricciones implementadas, Merz ha querido transmitir un mensaje conciliador al afirmar que su gobierno desea «preservar el espacio Schengen» y que «no queremos restringir la libertad de circulación» dentro del mismo.
Sin embargo, estas declaraciones contrastan con la realidad de unos controles fronterizos cada vez más extendidos y permanentes, y la necesidad de adoptar reformas para adecuar los mecanismos a las necesidades actuales.
La decisión de Polonia de reintroducir controles temporales a partir del 7 de julio de 2025 se suma a medidas similares adoptadas por otros países como Austria, Dinamarca o la propia Alemania, configurando un mosaico de restricciones que pone en cuestión la viabilidad a largo plazo del sistema de libre circulación tal como fue concebido.
Los expertos en derecho comunitario señalan que, aunque el Código de Fronteras Schengen permite la reintroducción temporal de controles por motivos de seguridad o amenazas excepcionales, el uso reiterado y prolongado de esta excepción socava los principios fundamentales del acuerdo y podría vaciar de contenido uno de los logros más valorados por la ciudadanía europea.
En España, donde más del 78 % de los turistas internacionales proceden de otros países del espacio Schengen, el deterioro de este sistema podría tener consecuencias significativas para el sector turístico, que representa aproximadamente el 12,8 % del PIB nacional, según datos de 2024.
La Comisión Europea ha expresado en reiteradas ocasiones su preocupación por la proliferación de controles internos, insistiendo en que deben ser medidas excepcionales, proporcionadas y de duración limitada. Sin embargo, su capacidad para revertir esta tendencia parece limitada ante la determinación de los gobiernos nacionales.
El reciente Pacto sobre Migración y Asilo, aprobado tras años de negociaciones, pretendía ofrecer una respuesta coordinada a nivel europeo, pero su implementación efectiva sigue siendo un desafío.
La resistencia de algunos estados miembros a aceptar cuotas de redistribución y las diferencias en la interpretación del derecho de asilo complican la búsqueda de soluciones comunes.
Mientras tanto, la presión migratoria continúa en las fronteras exteriores de la UE. Según datos de Frontex, durante los primeros cinco meses de 2025 se han registrado más de 85.000 intentos de entrada irregular, una cifra que anticipa un año especialmente difícil para la gestión migratoria europea y para la supervivencia del maltrecho espacio Schengen.
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